El complejo arqueológico de La Loma está formado por la ciudadela fortificada de El Castro, un importante oppidum de los camáricos, populus cántabro asentado alrededor de ambas vertientes de la sierra del Brezo (su territorio abarcaría desde la zona de Guardo hasta Cervera de Pisuerga, el valle del nacimiento del Carrión por el norte y por el sur parte de las llanuras que limitaban con los vacceos asentados en el área de Saldaña). El enclave ocupa unas 16’8 hectáreas y controlaba el nudo de comunicaciones naturales que discurre al pie de la cordillera y el que sigue por el valle del Valdavia hacia el sur. Este oppidum central estuvo ocupado por una importante comunidad indígena entre los siglos III-I a.C., dirigida por una élite guerrera ecuestre como la de los demás oppida de los pueblos de la Cultura del Duero y del área vacceo-celtíbera.
Durante alguna de las primeras campañas de las Guerras Cántabras (29-16 a.C.) el asentamiento camárico fue atacado por el ejército romano, que erigió alrededor del oppidum indígena un clásico dispositivo de asedio consistente en un campamento principal y varios fortines y campamentos secundarios unidos entre sí por fortificaciones de contravalación y circunvalación. Una vez que la fortaleza indígena quedó aislada y sin posibilidad de recibir refuerzos, fue tomada al asalto desde la ladera noroccidental y arrasada, como se ha podido constatar arqueológicamente.